lunes, 15 de junio de 2009

Swing girls. (Shinobu Yaguchi). 2004

El ciclo 2008 del cine club El Amante terminó cómo empezó, con una película acerca de unas estudiantes japonesas que forman un grupo musical. (La primera película de este ciclo fue Linda, Linda, Linda de Nobuhiro Yamashita sobre un grupo punk).
Aquí la anécdota es que varias estudiantes de la secundaria tienen que hacer cursos de verano cuando la banda del colegio que apoya al equipo de béisbol se intoxica con comida en mal estado, entonces deciden que ellas van a reemplazar a los músicos mientras estén enfermos, pero no saben nada, así que el único sobreviviente de la banda les enseña a tocar para formar una Big Bang.
Llena de altibajos, con varios baches narrativos pero siempre encantadora con esas chicas que son capaces de cualquier sacrificio con tal de aprender jazz y llena de personajes secundarios inolvidables cómo el profesor de matemática que no puede tocar absolutamente nada, pero es un fanático del jazz que les enseña a ser un buen grupo.
No tiene la profundidad de la película mencionada, no hay un crecimiento, apenas algunas insinuaciones de romance o una soslayada referencia sexual en una escena, por lo demás totalmente inocente y alegre y sobre todo no está la sensación de una etapa que termina.
Divertida y emocionante, todos sus defectos simplemente pasan de largo y se vuelven virtud, para desatar al final una felicidad desbordante, en el que igual que en Linda, Linda, Linda, el grupo se presenta ante el público, no para competir, cómo hubiera pasado en una película norteamericana, sino simplemente para mostrar y compartir con todo el orgullo el hecho de llegar a hacer lo que realmente querían.

Muy buena. Casi muy Linda, Linda, Linda.

lunes, 1 de junio de 2009

Petróleo crudo. (Wang Bing). Cai you ri ji. Crude oil. 2008

Cine ambiental.

Este blog no se llama así en vano, a una buena parte de los cinéfilos, nos tienta el voyeurismo, observar pero no participar y lo que más tienta para observar son las situaciones que nunca se hacen públicas: relaciones sexuales, el instante preciso que marca el paso entre la vida y la muerte (desde el documental El relámpago bajo el agua de Win Wenders hasta El Aura de Bielinski) y otros momentos muy íntimos de la vida de las personas. Por suerte este instinto se ha vuelto socialmente aceptable, lo hemos canalizado en una cinefilia, que por lo menos en mi caso, trata de ser analítica de lo que estoy viendo. Entonces estas notas que están leyendo no serían más que la socialización de la canalización de una perversión. La cinefilia también implica a veces que se hagan cosas poco sociables y podemos pasarnos varias horas en el cine, viendo películas rarísimas que nadie más ha visto (y que todavia no encuentro chica a la cual invitar) con tal de satisfacer esta necesidad enviciada de ver cine.
Este extensísimo documental de Wang Bing, cumple con muchas de las cosas interesantes para un cinéfilo cómo yo: la observación detallada, rigurosa y extremadamente formal de la vida íntima y laboral de un grupo de personas, (no hay escenas de sexo, con íntima me refiero simplemente a situaciones que en general no son filmadas o no se hacen públicas). De sus 14 horas de duración (de las cuales proyectan 12 cada día) sólo pude ver 7 horas y media, pero en este caso creo que es más que suficiente para tener una idea de lo que debe ser verlo completo. Si alguna vez llamaron a una película “documental de observación” dudo que se haya ajustado más a esa definición que este film que lleva la mirada sobre su objeto de análisis a tal extremo que puede ser tan fascinante cómo irritante, para que se den una idea, durante el tiempo que la estuve viendo hubo muchos planos con cámara fija que duraban 45 minutos o 1 hora o quizá más. Un desafío a la paciencia pero también la única forma de transmitirnos el tedio del trabajo monótono de un grupo de obreros (solo hombres) que trabajan en la extracción de petróleo en el desierto de Gobi, con pocos diálogos y valiéndose de elementos cinematográficos y algunos fotográficos. Largos minutos de ver a un hombre, con sus sucias ropas de trabajo, perdida su figura entre enormes y atemorizantes maquinarias, moviendo una palanca una y otra vez, una y otra vez arriba y abajo, causa indignación por su situación pero concentrarse en las variaciones de los pequeños detalles de la escena hipnotiza (cómo lo puede hacer una obra de musical de Phillip Glass, pero sin su emocionalidad desbordante, o mejor dicho la música ambiental, mucho más fría que la anterior, de Brian Eno), con los movimientos de los tubos, gomas, perforadoras y otras máquinas que vibran, ruedan, giran o se mueven sin sentido aparente; hacen que ese hombre del fondo de la imagen parezca un engranaje o una pieza más de un monstruo mecánico destinado a devorárselo.
El plano siguiente, con cámara fija, de aproximadamente 1 hora 15 minutos de duración (el plano más largo que he visto en toda mi vida cinéfila) demuestra por un lado la certeza de la frase de Bela Tarr (director húngaro también aficionado a hacer películas larguísimas) al quejarse de que el hecho de que los rollos de película virgen duren solamente 11 minutos implica una seria limitación artística (este documental está filmado con cámaras digitales) y por otro la inteligencia en la planificación para lograr que todos se comporten cómo si la cámara no existiera, para eso se usa la técnica de dejarla sola pero encendida y a la vista (técnica que también utilizada en Elsewere de Geyrhalter), en este caso encuadrando una cama donde hay 5 hombres sentados en la penumbra viendo una película de acción de Jackie Chan la cual solo podemos escuchar. Pero el profundo vacío que puede causar esto es interrumpido por pequeños diálogos y discusiones sobre el sueldo y los jefes, cómo para demostrar, lo sacrificado de trabajar en esas condiciones, lo injusto del trato que reciben y los buenos momentos que se pueden conseguir filmar con mucha paciencia.
Tan importante es lo que se ve cómo lo que no se ve. No hay mujeres, no hay jefes ni empleados administrativos, creo que en una escena muy pequeña aparece un cocinero, pero sobre todo la decisión de dejar la cámara casi siempre inmóvil hace que nos tengamos que imaginar que hay detrás, porque distinto de las narraciones convencionales, aquí podemos estar seguros que en las partes que no vemos de las habitaciones hay otras personas que también tienen historias para ser contadas.
Casi todos los planos transcurren en unos interiores opresivos de conteineres y el exterior es un enorme y frío desierto, difícil de soportar para los que trabajan allí, para nosotros cómo espectadores, sin duda lo más insoportable es cuando el director decide dejar la cámara en una habitación completamente vacía, durante largos minutos nada se mueve y sólo se escucha a lo lejos el incesante traquinar de la perforadora. Me levanté y me fui porque para mí era inconcebible que no hiciera un corte en esta secuencia.
Cómo la película no fue proyectada ordenadamente, tuve oportunidad de ver el final: después de observar en absoluto silencio durante 2 horas (con apenas 3 o 4 planos fijos) a un equipo de trabajadores, retirar los caños de una perforación, la cámara se aleja varios kilómetros y muestra el asentamiento solitario, rodeado de las montañas del desierto. Cómo si todo esto no tuviera relevancia, porque el hombre es demasiado pequeño, insignificante en sus problemas, trabajos, defectos, virtudes y ambiciones.
Aunque sucedan pocas cosas en estas 7 horas, la película tiene mucho jugo e historias para comentar, por ejemplo el proyecto original era que la película durara 70 horas que debían ser proyectadas 10 horas durante 7 días y cada 10 horas contenía un día de trabajo en la extracción, por suerte para nosotros el director Wang Bing no soportó las condiciones climáticas del lugar y debió abandonar el proyecto al tercer día. También hay una pequeña polémica por la forma de ser proyectada, solamente en una instalación, en la cual el espectador pueda entrar y salir a su antojo, no se proyecta en cines pagando entrada porque creen que en una proyección normal nadie la vería, no estoy de acuerdo, he visto películas más largas pagando entrada para verlas en partes, creo que una película de 14 horas podría proyectarse en un cine en 2, 3 o 4 partes sin mayores problemas (siempre hay algún cinéfilo dispuesto a aceptar el desafío), sin embargo debo reconocer, cómo dije antes, su característica especial de “cine ambiental” qué cómo esa música, sigue siendo interesante y hermosa aunque el espectador pueda, y a veces deba, dejar de prestar atención por un tiempo.
Si alguien necesita un operario para un pozo petrolero puede contratarme, ya lo sé todo.

No puedo calificarla porque no la vi completa, por algunos fotogramas en publicidades, parece que me perdí varias secuencias de trabajo al aire libre.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Historias extraordinarias. (Mariano Llinas). Argentina. 2008.

Cine río.

Contar todo lo que sucede en esta película sería agotador, enumerar sus detalles también, no solo por su extensa duración sino porque en esas 4 horas y media nunca dejan de suceder cosas, no es cómo otras películas larguísimas que se toman su tiempo y observan, aquí hay una narración ágil, que todo el tiempo respeta las formas clásicas al mismo tiempo que inventa una nueva o al menos utiliza un camino muy poco recorrido: el literario. Un relato con varios narradores, que cuentan las historias de forma omnisciente, cómo si estuviésemos viendo la puesta cinematográfica de un libro mientras lo leen. Un trabajo sorprendente, casi sin silencios y que sin embargo no cansa ni comete casi nunca el error de contar exactamente lo que se está viendo; a veces cuenta lo que ya ha pasado, a veces lo que va a pasar, a veces lo que está pasando pero desde una óptica distinta y muchas veces lo que está pasando dentro de los personajes, agreguen a esto una estructura dividida en capítulos y la influencia literaria se vuelve innegable.
Recuerdo cuando era chico, mi madre o mi abuela me leían novelas de Julio Verne o Asimov, y mentalmente me imaginaba las escenas. Bueno, el cine es mucho más complicado que una imaginación de primera mano, pero la sensación es similar, las palabras siempre están antes, completando la imagen pero no molestando en absoluto y cómo el buen cine es casi siempre muy elaborado y programado lo que se muestra funcionaría igual de excelente sin las palabras. Estas lo envuelven, lo vuelven más transitable, pero no más digerible, preparan la imagen para que esté más clara en su significado (o le agregan otros) y en su trama, pero no lavan la historia, ni la hacen más simple de comprender ni evitan los lugares oscuros.
Cómo dije antes, la narración en sus dos primeras partes es clásica y además es hichtcockiana, trabaja el suspendo y el misterio con maestría, muchas veces usando los mismos recursos que el Maestro (La ventana indiscreta, The rear window, 1954) e imitando su estilo (una misma escena es presentada poniendo la cámara siempre de formas distintas para mostrar nueva información, se usan planos detalles de objetos que luego se vuelven importantes). Esto se mantiene extraordinariamente bien en la primera parte, donde el director también juega con el western y otros géneros y nos presenta las tres historias y los tres personajes principales X, Z y H (sobre esto volveré más adelante). En la segunda parte, comienza a mostrar que sus caminos son tan impredecibles cómo ese río que recorre H, continúa con su trama de suspenso y misterio pero se permite una digresión con una historia de un triángulo amoroso en “El caso de Lola Gallo” que es conmovedor gracias al recurso de poner de leiv motiv a Roberto Carlos.
Podría decirse que la tercera parte es la “polémica” de la película. Por un lado, Llinas abre un nuevo camino y muestra sus propias cartas, abandona paulatinamente la influencia de Hitchcock y se mete en terrenos pantanosos, además de mostrar el que suelen decir es el principal problema de este director, la egolatría. Recuerdo haber visto no hace mucho “La más bella niña” un cortometraje de este mismo director, en el que se le encargaba simplemente filmar un concurso de belleza, pero él lo transformaba en un ejercicio de género que algunos vieron cómo una obra conmovedora y otros cómo una burla sinsentido a varias personas que aparecían simplemente por sus rostros o su cargo, a mí me pareció un interesante ejercicio de cómo hacer una película de género con un material tan poco noble. A los que menos les gustó hicieron notar una fuerte tendencia de este director hacia la egolatría, que debo reconocer se nota por detalles en esta tercera parte, hay por ejemplo una escena durante una cena en la que la narración se vuelve demasiado obvia y la voz en off sobra o en el hecho de que H, justamente H, nunca hable. ¿Me está tomando el pelo? Pero donde más muestra la hilacha es en el cuento de los Jollys Goodfellows, él mismo se da cuenta de que está contando algo que sobra (lo dice su narrador), absurdo y alargando la película innecesariamente y para colmo está mal filmado con resoluciones muy rústicas.
Después de más de 3 horas, yo, que siempre prefiero el cine clásico y de suspenso, esperaba unas resoluciones que develaran los misterios, en vez de eso me encontré con unas historias que tienen más que ver con el género de aventuras que con el thriller y que fluyen cómo el río que recorre H, parece manso al principio, pero está lleno de recodos, vericuetos, puede tener el cause definido o desbordar para demostrar que no está todo dicho o convertirse en una carretera pavimentada porque en el cine todo es posible.

1º parte: extraordinaria. 2º parte: excelente. 3º parte: muy buena.

viernes, 1 de mayo de 2009

Shara. (Naomi Kawase). Sharasojyu. 2003.

Erosión.
Shun está jugando con su hermano Rei, corriendo por la calle, sorpresivamente, simplemente al dar vuelta una esquina, Rei desaparece.
Años después la familia todavía está tratando de superar esta situación. Shun está terminando el secundario y tiene una buena amiga. La madre Reiko está de nuevo embarazada y su padre, imprentero y calígrafo, organiza el festival más importante de la ciudad.
El dolor cala hondo e impregna todas las situaciones, pero esta es una película muy sutil y pudorosa con los personajes, casi no hay escenas emocionantes y cuando las hay la cámara (siempre en mano, nunca fija) elige alejarse.
La mirada inteligente y personal libera los sentimientos y los transmite cabalmente, sólo pidiendo un poco de paciencia al espectador que se ve compensada por las maravillosas escenas, por el contacto físico con la naturaleza y el reflejo del paso del tiempo.
Esta familia vive en un barrio muy poco céntrico de una pequeña ciudad, la comunidad y las casas están abiertas y hay muchos que se dedican a cultivar sus jardines. La cámara se pierde y se maravilla ante estos lugares con naturaleza y todos los rincones del barrio son mostrados en largos travellings que acompañan a los personajes en sus paseos, caminatas, juegos, corridas y caminos del colegio a casa. Igual que en toda la película los elementos de la naturaleza se ven reflejados con extraña exactitud y tienen que ver con los sentimientos de los personajes. Por ejemplo en la muy sencilla escena que sigue a Shun y su amiga Yu en bicicleta del colegio a sus casas, Shun conduce y Yu está parada sobre la rueda trasera, durante el trayecto se cruzan una moto que va en dirección contraria y el viento levanta por un instante la falda de Yu. No hay aquí atisbo de erotismo, solamente la demostración de que el viento también forma parte de la historia.
Pero la que se lleva los laureles es la lluvia: durante el festival que organiza el padre, un grupo de bailarines danza bajo la lluvia, provocando una sensación de alegría, de gozo, de heridas que se cierran, de olvido de pesares, de la dignidad de la lucha y la posibilidad (cómo dice el padre al final de la escena) de brillar, de hacer algo que sea realmente sorprenderte y les permita superarse. Todo en una única escena de 10 minutos de gente bailando.
Parece cómo si el dolor por la misteriosa desaparición de Rei fuese una montaña y cómo todas las montañas, es erosionada lentamente por el viento, la lluvia, las plantas que crecen, el paso del tiempo, así las nuevas relaciones, el nuevo hermano por nacer, la pintura, el hacer otras cosas fueran erosionando el dolor, que siempre va a estar allí, pero se va a volver soportable. La montaña se va a transformar en una meseta transitable.
En la última escena, después del nacimiento del nuevo hermano, la cámara vuelve hacia la imprenta donde estaban jugando Shun y Rei y abre una puerta y se empieza elevar mostrando las casas del barrio y luego toda la ciudad, todas tienen algún dolor para contar. En el último fotograma cuando terminaron los títulos (por eso yo siempre me quedo hasta que finalizan los títulos) muestra un cerro, con varias zonas sin bosques, seguramente alguna vez fue una montaña, ahora se puede subir a pie con poco esfuerzo.
Casi excelente.

miércoles, 15 de abril de 2009

El gran golpe. (Roger Donaldson). The bank job. 2008.

En el curso más interesante que hice este año que tenia el pomposo nombre de “La puesta en escena: cuatro formas del ritual”, Marcos Vieytes nos enseñaba que una de las más perfectas metáforas del acto cinematográfico es el robo de bancos: para hacer un buen robo y una buena película se necesitan dinero, materiales, ingenio, inteligencia, encontrar a las personas adecuadas, planear y ensayar todas las escenas hasta que salgan a la perfección y ambas pueden salir terriblemente mal por algún detalle que no fue tenido en cuenta. Recuerdo también una entrevista en la que Fabian Bielinsky explicaba que Nueve Reinas era una metáfora sobre un guionista y que El Aura era sobre un director de cine o mejor dicho sobre un espectador, que después de ver mucho pensaba que hacer películas era fácil hasta que le toca hacer una. Siguiendo este razonamiento se podría pensar que aquí se trata sobre un grupo de amigos que hacen cortometrajes los fines de semana y que de golpe les encargan hacer un largo para una productora importante. Nada es lo que parece, las distancias entre un buen aficionado y un regular profesional pueden ser inmensas, sin embargo, con un poco de ingenio y suerte estas distancias se pueden salvar.
Pero estamos hablando de un robo ¿No es así? Jason Stathan, en uno de sus mejores papeles, es engañado por la bella Saffron Burrows para que robe la bóveda de un banco, no sabe que todo es una trampa de los servicios de inteligencia británicos para conseguir unas fotos guardadas allí, el que posea esas fotos tiene el poder de chantajear con lo que quiera a la corona. Pero algo que no sabe ni el personaje de Stathan ni los demás es que se encontrará con verdades que gente poderosa no quiere revelar y harán todo lo posible para que nadie se entere, se verá de pronto, no solo perseguido por la policía, también por los servicios de inteligencia que obedecen a la corona, criminales de reconocidos prostíbulos y nobles del parlamento; deberá jugar sus cartas con inteligencia, cómo en el juego del truco, las mismas que lo pueden hacer perder, lo pueden hacer ganar.
Hecha cómo los buenos robos y las buenas películas, con mucha precisión e ingenio, la película consigue emocionar y generar una buena dosis de suspenso a pesar de estar llena de personajes secundarios que podrían distraer o quitarle fuerza, al contrario, agregan muchos matices a la historia y permiten que después de muchos años se pueda apreciar de nuevo a David Suchet, un muy buen actor que hacía de Hércules Poirot en la serie de televisión homónima, ahora con un personaje casi aterrador a pesar de sus atildados buenos modales ingleses. Cómo una metáfora de sí misma, aquí hay un grupo de buenos trabajadores, que a pesar de que parecen estar haciendo algo más allá de su capacidad, consiguen salir airosos y llevarse el botín a casa.

Muy buena.

domingo, 5 de abril de 2009

Exiled. (Johnny To). Fong juk. 2006

4 asesinos tocan a la misma puerta, buscan a un tal Wo, quien demorará en venir, mientras esperan se dan cuenta que 2 de ellos vienen a defender a Wo y los otros 2 a asesinarlo. Wo es un gangster que ha decidido formar una nueva familia (acaba de tener un hijo) y alejarse de la mafia. Menuda sorpresa es cuando después de una escena de acción con coreografías hermosas, pensadas hasta el milímetro, todos los personajes deciden abandonar la pelea y ayudan a Wo a instalar su casa y cenan fraternalmente.
En la mafia hay reglas, ahora que decidieron no cumplir con su misión, saben que todos serán asesinados, pero los une una amistad a prueba de todo.
Cómo una remake de La pandilla salvaje (Sam Peckinpah, 1969), este es un western honkonés donde la violencia y el sacrificio es solo una forma de expresar la camaradería entre estos desclasados, exiliados de la mafia y perseguidos por la policía, que deben luchar contra un enemigo que los supera en número.
Filmada como si fuera un ballet, la muy elaborada plasticidad de los complejos movimientos de cámara junto con la coreografía de las escenas de accción, los objetos y los colores, impresionan tanto, que uno se olvida que la trama es también elaborada, complicada y algo confusa, principalmente al principio, pero vale la pena quedarse y esperar.
Una joya difícil de encontrar.

Muy buena.

lunes, 16 de marzo de 2009

La casa de los 1000 cadáveres. (Rod Zombie). House of 1000 corpses. 2003


Cuando me pongo a ver este tipo de películas no espero originalidad, con un poco de diversión negra y sádica y una historia llena de baches e incongruencias me alcanza para entretenerme, así que pueden creerme que al terminar de ver esto quedé algo sorprendido, no sólo porque el nivel de sadismo es inusualmente intenso, incluso en este tipo de producciones, sino porque el director toma un punto de vista particular y una narración muy fragmentada que la vuelven irremediablemente incómoda aunque inteligente.
Cómo muchas veces antes, debo comenzar haciendo notar la desconfianza que le tenía al director, este en particular era (creo que todavía lo es) un cantante sin voz de su propio grupo de rock industrial (recuerdo haber escuchado parte de su disco Supersexy Swingin' Sounds con bastante agrado), con temas forzadamente oscuros, llenos de referencias a películas, cuentos y novelas de terror principalmente a producciones clase B, C o directamente de explotación, con algo de sexo de estilo chicas pin-up de los ‘50s. Tal vez todo este bagaje lo convirtió, no en el cultista idiota que parecía ser en entrevistas, sino en un verdadero conocedor con ideas propias, porque tratar de hacer algo original con este tipo de películas, no solo es extraño, sino que prácticamente va en contra de su propia tradición que no se quiere separar de la torpeza narrativa y de sus escasos temas.
Cómo todo buen artista, Rod Zombie consigue manipular todos los materiales que tiene y los dispone de formas extrañas. Así la sucesión de pantallas divididas, imágenes en negativo, cambios de formatos y de iluminación logran causar una extrañeza tan poco agradable cómo atrayente. De una forma indolora y seductora, podríamos decir que esta película nos tortura cómo espectadores, así cómo son torturados los protagonistas del film, que nunca saben que es lo que vendrá después, quién es realmente el más sádico de los asesinos ni hacia donde huir.
Probablemente el mayor logro, junto con la destrucción de cualquier concepto burgués de familia, amistad, placer y sexualidad sea la sensación de no saber realmente donde está límite para las perversiones, a cada paso o mejor dicho minuto de la película aparece algún personaje que luce cómo el peor o el criminal más retorcido que los anteriores, pero no es más que otro eslabón que será pronto superado en una especie de círculo vicioso, no sólo porque se genera a si mismo, sino porque se revela al final en la falsedad de creer que el que tiene el aspecto más civilizado es el menos brutal de los asesinos.

Habrá que prepararse para la segunda parte.

Desgraciadamente la copia que vi (la pasaron por el canal Universal Channel) estaba censurada en todos los desnudos, lo cual es lo mismo que decir que estuviera cortada en sus escenas sangrientas o que le hubieran sacado 30 minutos. Las tetas son esenciales en la desaforada estética propuesta y es una verdadera lástima no poder apreciarlas.

Buena.

lunes, 2 de marzo de 2009

007, Una cuota de consuelo. (Marc Forster). 007, Quantum of solace. 2008.

Creo que ya he dicho alguna vez: James Bond no me gusta. Recuerdo haber visto algunas películas, simpre con varios actores diferentes y ninguna me gustó, solamente a Pierce Brosnan le salía bien este papel que requiere ser elegante y fino aunque lo estén torturando o tenga que matar a alguien o salvar al mundo de su completa destrucción. Me parece que la elección de Daniel Craig (ahora que lo veo es parecido a Steve Mcqueen) es errónea, teniendo a un actor cómo Jason Stathan tan a disposición, más bien creo que le quedaría muy bien algún papel de policía duro en vez de espía fino. Por todo esto, creo que lo mejor es que comience explicando cómo fue que termine viendo esta película y, lo que es peor aún, pagando costosos 20 pesos por la entrada.
Primero que nada su antecedente más cercano Casino Royale me pareció realmente interesante, con buenas escenas de acción, un argumento aceptable y un poco distinto de las simples tramas anteriores con hombres que quieren conquistar al mundo con planes delirantes. Segundo, y tal vez lo más importante, fue la publicidad, no solo mostraba interesantes escenas de acción sino que vendían el argumento cómo una venganza. Las venganzas en el cine suelen ser buenas (miren por ejemplo Kill Bill) ya que dan un argumento sólido y simple para hacer mover la trama, para que nos identifiquemos con el personaje, a quién se le murió la mujer en la película anterior y principalmente porque dependiendo del tipo de héroe ahorran diálogos y subtramas, van directo al punto. A veces cuando pasan Casino Royale en la televisión suelo ver las escenas en el casino, creo que es principalmente para disfrutar de la belleza de Eva Green pero si la trama no funcionara, no la vería por más Evas que llenen la pantalla o al menos eso quiero creer. Tercero, que en las salas alternativas no daban ninguna película que me interesara.
Debo admitir que empieza bien, la primera escena tiene mucha acción, mucha violencia, sale directamente de la nada y parece que va a tener el mismo final, sin argumento pero también muestra que las escenas de acción no están bien filmadas, son demasiado rápidas y movedizas, casi no se puede saber qué es lo que está pasando ni da tiempo para disfrutarlas. Calculo que cada plano duraba menos de 5 segundos y esto parece continuar prácticamente sin cambios durante toda la película, sin dar tiempo para concentrarse en nada. Luego llega lo mejor: el malo, enquistado e indistinguible de entre los buenos es perseguido con ese estilo tan park cour (o cómo sea que se escriba) inaugurado por este James Bond por los techos de una ciudad italiana, caen por una ventana y de repente, el milagro, cada elemento de la puesta en escena tiene su importancia, las cámaras están puestas donde deben estar para que se note bien lo que está sucediendo y si bien no cambia el ritmo de planos de 5 segundos, todo es entendible, el suspenso es claro y por unos minutos somos llevados dentro de una precisa pieza de relojería que funciona a la perfección.
Después todo se vuelve rutinario, solamente salvados por algunos toques de humor y la actuación de Almaric, ninguna de las chicas le llega a los talones a Eva Green y si no fuera por el montaje aceleradísimo se volvería aburrida, pero creo que hay algo peor, no sé si será mi mala memoria, pero en varias secuencias se pasa a situaciones salidas de la nada que creo que tienen que ver con la película anterior, pero cómo no recuerdo y la película no se encarga de repasarlas, quedo cómo en el vacío. Tampoco están profundizadas las motivaciones de los personajes, principalmente del propio James Bond, hay algunas referencias pero nunca hay un diálogo o una expresión de odio o amor, ni siquiera una ideología errónea pero que realmente haga mover la trama, cómo en Búsqueda Implacable, si en aquella película la ideología era un error que no se podían sacar de encima, en esta se la sacaron y no dejaron nada más que una cascarita vacía y sin mucho brillo. Búsqueda implacable, es al lado de esta, mucho más recordable, por lo menos (disculpen la expresión) tenía huevos.

Con gusto a nada.

lunes, 16 de febrero de 2009

El curioso caso de Benjamin Button. (David Fincher). The curious case of Benjamín Button. 2008. Estados Unidos.

Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero mientras veía esta película mediocre sobre un ser de extraordinaria mediocridad, no podía dejar de pensar en Perfume: la historia de un asesino de Tom Tykwer, porque ambos son cuentos de hadas, pero mientras Jean-Baptiste Bruonille hacia algo tan extraordinario con su particularidad, que hacía pensar que por una vez “el fin justificaba los medios”, aquí este ser humano de asombroso crecimiento invertido, lo único que quiere es pasar desapercibido. Ni logra justificar su filosofía en el crecimiento interior de sus viajes al final de su vida o al principio, simplemente toda la película es un medido elogio a vidas inmersas en la medianía, hasta la co-protagonista que era solo parte de un cuerpo del baile (es increíble pero en un película del Hollywood clásico esto no hubiera sucedido, ella hubiera sido sí o sí una gran estrella) tiene un accidente que la vuelve todavía más común, del montón.
Debo admitir que a veces, la película cambia de actitud pero esto sucede poco y es en personajes secundarios cómo el Capitán del remolcador o la señora Abbott, cruzando a nado el Canal de la Mancha, básicamente porque intenta decirnos que en realidad tomos somos especiales cómo Benjamín, sin importar la edad o lo que podamos hacer. Pero Benjamín no se destaca, primero porque él mismo no quiere y segundo porque excepto por su crecimiento invertido y su belleza física (en su edad adulta es interpretado por Brad Pitt, que aquí está mucho peor que en otras ocasiones en las que simplemente actuó mal; en cambio los actores jóvenes que lo interpretan cuando está viejo, están muy bien y el cambio es notorio) no tiene nada más que ofrecer, en cierto sentido termina siendo una cáscara vacía.
En muchos momentos el director David Fincher, comete los mismos errores que en otras películas de su autoría cómo El club de la pela (Fight Club) o Pecados Capitales (Seven), no sabe bien con cual tono manejar la película y mete muchas cosas y temas que nunca se integran sino que quedan cómo cambios repentinos y sin sentido. El reloj que anda al revés (el mejor segmento de la película), la escena de acción en la guerra, el romance con la señora Abbott, el relato del accidente, el colibrí (que tiene el mismo significado que la pluma de Forrest Gump (Robert Zemekis) pero sin su claridad ni su simpática demagogia), son todos segmentos que parecen salidos de películas diferentes, y algunas lucen cómo si estuvieran bien resueltos, pero cuando aparecen secuencias similares, no respeta lo que ya estaba haciendo. Cuando los personajes recuerdan, estos recuerdos se muestran, utilizando las técnicas cinematográficas que había en esos momentos, pero esto solo sucede en algunos casos (el viejo al que le cae un rayo recuerda cómo película muda) y en otros se olvida completamente (las secuencias de la primera guerra mundial están a color y no en blanco y negro).
Creo que mejor hubiera sido un cortometraje con la historia del reloj que funciona haciendo retroceder la hora y no estas 2 horas y 45 minutos, que aunque un poco emocionantes por momentos, no consiguen algo gratamente recordable. Igual que su personaje, tiene algo extraordinario, pero resulta ser mediocre.

Regular.

lunes, 2 de febrero de 2009

Puerta de embarque. (Olivier Assayas). Boarding gate. 2007.

Esta es una película que hace de la confusión el centro (y todos los costados) de su trama. Básicamente es el reencuentro de una pareja, que desatará unas pasiones que llevarán a un crimen sin sentido, que será aprovechado e instigado por grandes empresas multinacionales. Uno de los problemas es que la chica protagonista (Asia Argento, un poco masculina pero sin perder ni una pizca de atractivo), no puede pensar mucho ni en el pasado ni en el futuro, todo para ella es un “ahora” eterno e irreflexivo. Impulsiva, pasa del amor al odio sin mucho trámite.
Él es gerente de una empresa internacional muy importante, ella trabaja para una empresa competidora. Pero la manipulan, y la convencen de cometer el crimen. Luego llega la parte interesante, más de la mitad de la película es la huida de la chica, pero ¿Quién la protege? ¿Alguien la protege? ¿Quién y porqué la traicionan? Aquí está la parte realmente confusa, igual que su película anterior la brillante Demonlover (2002), las grandes corporaciones están tan expandidas y tienen tantos cargos, gerentes, subgerentes que al mismo tiempo que es imposible escapar de su alcance, las responsabilidades de diluyen en sus organigramas flotantes y sus decisiones parecen carecer de mayor sentido que la simple supervivencia organizacional.
Filmada con una mirada de asombro constante, y suspenso creciente, tal vez la parte más floja sea el principio con los largos diálogos entre la pareja, que solamente ellos parecen entender y las escenas de sexo que comienzan y terminan así nada más sin prólogos ni epílogos, pero luego esta forma de “quedarse afuera” se expande tanto que no podemos estar seguros si fue premeditado por el director o simplemente, igual que la protagonista, se metió en un lío que no pudo controlar.
Casi muy buena.