martes, 2 de noviembre de 2010

Bucarest 12:08 (Corneliu Porumboiu). A fost sau n-a fost? 2006

Segunda película Rumana que veo en el mes (la primera fue 4 meses, 3 semanas y 2 días de Cristian Mungiu). Antes de estas dos no recuerdo haber visto nada de ese país excepto por la saga de terror Subespecies, que salvo por alguna secuencia de animación cuando el vampiro recupera su cabeza y vuelve a la vida, no tenían absolutamente nada de interesante.
Desde hace un tiempo Rumania es utilizada para filmar películas de Hollywood, debido seguramente a que cómo queda en Europa de Este los profesionales cobran menos que sus pares de Occidente. Tal vez sea esto lo que ha hecho que en cierta forma humilde, se pueda decir que el cine de Rumania "estalló" en el 2007, ganando varios premios y con por lo menos 4 películas estrenadas aquí en la Argentina en el mismo mes, llamó la atención en todo el mundo
Ahí algo, por lo que vi y por lo que leí que une a estas cuatro películas y es la relación desde la actualidad con la dictadura de Ceaucescu y el descubrimiento que la democracia no es un lecho de rosas y que sigue habiendo muchos problemas sin solucionar.
Aquí somos los testigos de un programa de televisión que a los 17 años del derrocamiento del dictador se pregunta si en ese pueblito periférico, hubo o no una revolución, si se colaboró con el derrocamiento. El programa es de una precariedad absoluta, con el periodista y sus dos invitados sentados en una mesa pequeña con una foto de la plaza principal de la ciudad detrás de ellos.
Cada uno con sus taras y sus problemas, parece una broma que ellos sean los encargados de hablar del tema. El periodista Virgil que trata de enlazar el tema con filosofía y Platón, se hace el intelectual pero enseguida se vuelve un torpe reduccionista que creé que con solamente calcular el horario de la llegada de la gente a la plaza ya puede decir si el pueblo simpatizaba o no con la dictadura. A su derecha está el Viejo Piscosi, que casi no habla, pero tiene palabras más sabias que Virgil. Se aburre soberanamente y pasa el tiempo haciendo barquitos de papel. Fue invitado a último momento en reemplazo de algún otro “gran pensador”. A la izquierda de Virgil está el Prof. Manescu, un borrachín maestro de escuela, quién le debe dinero a medio mundo, que trata de demostrar, contra todos los demás que él llego a la plaza del pueblo temprano a la mañana e inició la revolución local junto con otros compinches profesores.
En realidad, ya nadie está interesado en la Revolución, los chicos alumnos de Manuscu saben más de la Revolución Francesa que de la Rumana y en lo único que están interesados los que llaman es para decir que el profesor es un borracho que no apareció por la plaza o lo hizo muy tarde.
¿Cómo demostrar si hubo o no una revolución con semejantes invitados y un periodista tan improvisado? Recién cuando el programa termina y todos se retiran podemos ver por completo la foto de la plaza que sirvió de fondo al debate, una plaza enorme con un edificio horrible (cómo parecen ser todos los de Rumania) completamente vacía de gente, árboles o animales. Sólo faltaba que se cayese y dejara el cartón blanco de fondo para ser más vacía.
Buena, con lo justo.