lunes, 15 de junio de 2009

Swing girls. (Shinobu Yaguchi). 2004

El ciclo 2008 del cine club El Amante terminó cómo empezó, con una película acerca de unas estudiantes japonesas que forman un grupo musical. (La primera película de este ciclo fue Linda, Linda, Linda de Nobuhiro Yamashita sobre un grupo punk).
Aquí la anécdota es que varias estudiantes de la secundaria tienen que hacer cursos de verano cuando la banda del colegio que apoya al equipo de béisbol se intoxica con comida en mal estado, entonces deciden que ellas van a reemplazar a los músicos mientras estén enfermos, pero no saben nada, así que el único sobreviviente de la banda les enseña a tocar para formar una Big Bang.
Llena de altibajos, con varios baches narrativos pero siempre encantadora con esas chicas que son capaces de cualquier sacrificio con tal de aprender jazz y llena de personajes secundarios inolvidables cómo el profesor de matemática que no puede tocar absolutamente nada, pero es un fanático del jazz que les enseña a ser un buen grupo.
No tiene la profundidad de la película mencionada, no hay un crecimiento, apenas algunas insinuaciones de romance o una soslayada referencia sexual en una escena, por lo demás totalmente inocente y alegre y sobre todo no está la sensación de una etapa que termina.
Divertida y emocionante, todos sus defectos simplemente pasan de largo y se vuelven virtud, para desatar al final una felicidad desbordante, en el que igual que en Linda, Linda, Linda, el grupo se presenta ante el público, no para competir, cómo hubiera pasado en una película norteamericana, sino simplemente para mostrar y compartir con todo el orgullo el hecho de llegar a hacer lo que realmente querían.

Muy buena. Casi muy Linda, Linda, Linda.

lunes, 1 de junio de 2009

Petróleo crudo. (Wang Bing). Cai you ri ji. Crude oil. 2008

Cine ambiental.

Este blog no se llama así en vano, a una buena parte de los cinéfilos, nos tienta el voyeurismo, observar pero no participar y lo que más tienta para observar son las situaciones que nunca se hacen públicas: relaciones sexuales, el instante preciso que marca el paso entre la vida y la muerte (desde el documental El relámpago bajo el agua de Win Wenders hasta El Aura de Bielinski) y otros momentos muy íntimos de la vida de las personas. Por suerte este instinto se ha vuelto socialmente aceptable, lo hemos canalizado en una cinefilia, que por lo menos en mi caso, trata de ser analítica de lo que estoy viendo. Entonces estas notas que están leyendo no serían más que la socialización de la canalización de una perversión. La cinefilia también implica a veces que se hagan cosas poco sociables y podemos pasarnos varias horas en el cine, viendo películas rarísimas que nadie más ha visto (y que todavia no encuentro chica a la cual invitar) con tal de satisfacer esta necesidad enviciada de ver cine.
Este extensísimo documental de Wang Bing, cumple con muchas de las cosas interesantes para un cinéfilo cómo yo: la observación detallada, rigurosa y extremadamente formal de la vida íntima y laboral de un grupo de personas, (no hay escenas de sexo, con íntima me refiero simplemente a situaciones que en general no son filmadas o no se hacen públicas). De sus 14 horas de duración (de las cuales proyectan 12 cada día) sólo pude ver 7 horas y media, pero en este caso creo que es más que suficiente para tener una idea de lo que debe ser verlo completo. Si alguna vez llamaron a una película “documental de observación” dudo que se haya ajustado más a esa definición que este film que lleva la mirada sobre su objeto de análisis a tal extremo que puede ser tan fascinante cómo irritante, para que se den una idea, durante el tiempo que la estuve viendo hubo muchos planos con cámara fija que duraban 45 minutos o 1 hora o quizá más. Un desafío a la paciencia pero también la única forma de transmitirnos el tedio del trabajo monótono de un grupo de obreros (solo hombres) que trabajan en la extracción de petróleo en el desierto de Gobi, con pocos diálogos y valiéndose de elementos cinematográficos y algunos fotográficos. Largos minutos de ver a un hombre, con sus sucias ropas de trabajo, perdida su figura entre enormes y atemorizantes maquinarias, moviendo una palanca una y otra vez, una y otra vez arriba y abajo, causa indignación por su situación pero concentrarse en las variaciones de los pequeños detalles de la escena hipnotiza (cómo lo puede hacer una obra de musical de Phillip Glass, pero sin su emocionalidad desbordante, o mejor dicho la música ambiental, mucho más fría que la anterior, de Brian Eno), con los movimientos de los tubos, gomas, perforadoras y otras máquinas que vibran, ruedan, giran o se mueven sin sentido aparente; hacen que ese hombre del fondo de la imagen parezca un engranaje o una pieza más de un monstruo mecánico destinado a devorárselo.
El plano siguiente, con cámara fija, de aproximadamente 1 hora 15 minutos de duración (el plano más largo que he visto en toda mi vida cinéfila) demuestra por un lado la certeza de la frase de Bela Tarr (director húngaro también aficionado a hacer películas larguísimas) al quejarse de que el hecho de que los rollos de película virgen duren solamente 11 minutos implica una seria limitación artística (este documental está filmado con cámaras digitales) y por otro la inteligencia en la planificación para lograr que todos se comporten cómo si la cámara no existiera, para eso se usa la técnica de dejarla sola pero encendida y a la vista (técnica que también utilizada en Elsewere de Geyrhalter), en este caso encuadrando una cama donde hay 5 hombres sentados en la penumbra viendo una película de acción de Jackie Chan la cual solo podemos escuchar. Pero el profundo vacío que puede causar esto es interrumpido por pequeños diálogos y discusiones sobre el sueldo y los jefes, cómo para demostrar, lo sacrificado de trabajar en esas condiciones, lo injusto del trato que reciben y los buenos momentos que se pueden conseguir filmar con mucha paciencia.
Tan importante es lo que se ve cómo lo que no se ve. No hay mujeres, no hay jefes ni empleados administrativos, creo que en una escena muy pequeña aparece un cocinero, pero sobre todo la decisión de dejar la cámara casi siempre inmóvil hace que nos tengamos que imaginar que hay detrás, porque distinto de las narraciones convencionales, aquí podemos estar seguros que en las partes que no vemos de las habitaciones hay otras personas que también tienen historias para ser contadas.
Casi todos los planos transcurren en unos interiores opresivos de conteineres y el exterior es un enorme y frío desierto, difícil de soportar para los que trabajan allí, para nosotros cómo espectadores, sin duda lo más insoportable es cuando el director decide dejar la cámara en una habitación completamente vacía, durante largos minutos nada se mueve y sólo se escucha a lo lejos el incesante traquinar de la perforadora. Me levanté y me fui porque para mí era inconcebible que no hiciera un corte en esta secuencia.
Cómo la película no fue proyectada ordenadamente, tuve oportunidad de ver el final: después de observar en absoluto silencio durante 2 horas (con apenas 3 o 4 planos fijos) a un equipo de trabajadores, retirar los caños de una perforación, la cámara se aleja varios kilómetros y muestra el asentamiento solitario, rodeado de las montañas del desierto. Cómo si todo esto no tuviera relevancia, porque el hombre es demasiado pequeño, insignificante en sus problemas, trabajos, defectos, virtudes y ambiciones.
Aunque sucedan pocas cosas en estas 7 horas, la película tiene mucho jugo e historias para comentar, por ejemplo el proyecto original era que la película durara 70 horas que debían ser proyectadas 10 horas durante 7 días y cada 10 horas contenía un día de trabajo en la extracción, por suerte para nosotros el director Wang Bing no soportó las condiciones climáticas del lugar y debió abandonar el proyecto al tercer día. También hay una pequeña polémica por la forma de ser proyectada, solamente en una instalación, en la cual el espectador pueda entrar y salir a su antojo, no se proyecta en cines pagando entrada porque creen que en una proyección normal nadie la vería, no estoy de acuerdo, he visto películas más largas pagando entrada para verlas en partes, creo que una película de 14 horas podría proyectarse en un cine en 2, 3 o 4 partes sin mayores problemas (siempre hay algún cinéfilo dispuesto a aceptar el desafío), sin embargo debo reconocer, cómo dije antes, su característica especial de “cine ambiental” qué cómo esa música, sigue siendo interesante y hermosa aunque el espectador pueda, y a veces deba, dejar de prestar atención por un tiempo.
Si alguien necesita un operario para un pozo petrolero puede contratarme, ya lo sé todo.

No puedo calificarla porque no la vi completa, por algunos fotogramas en publicidades, parece que me perdí varias secuencias de trabajo al aire libre.