martes, 15 de septiembre de 2009

Indiana Jones y los cazadores del arca perdida. (Steven Spielberg). Raiders of the lost ark. Estados Unidos. 1981.


Los cazadores de los efectos especiales perdidos.

Hay una gran diferencia entre esta, la primera película de la serie de Indiana Jones y la última, filmada el año pasado y son los efectos especiales, la irrupción de la computadora en la fabricación y creación de las imágenes tiene sus pros y sus contras y hacer la comparación me parece es un buen ejercicio para pensar esta película.
Sin duda lo mejor que tiene es la introducción, una gran aventura en si misma, en la que Indiana entra en un misterioso templo de alguna civilización precolombina oculto en alguna selva sudamericana para robar un cráneo hecho de oro, el templo es una sucesión increíble de trampas de todo tipo en las que caen algunos de los personajes secundarios (Alfred Molina en uno de sus primeros papeles). Lleno de acción y suspenso, con toques macabros (yo la vi cuando tenía 7 años y salí espantado del cine), el funcionamiento de esta secuencia es perfecto cómo un reloj, todos los acontecimientos e imaginativos artefactos funcionan perfectamente y la huida final con la gigantesca roca persiguiendo al protagonista ya es un clásico.
Luego llega la segunda aventura, mucho más ambiciosa y complicada pero también parece que por momentos, con tantos elementos, Spielberg pierde el control y hay varias resoluciones que no tienen suficiente fuerza y personajes que simplemente desaparecen (cómo el hombre con el parche en el ojo), además de algunas situaciones confusas. Sin embargo y justamente en los momentos en los que no pasa nada importante ni narrativo vuelve a funcionar el mecanismo de relojería y la emoción reaparece, es cuando Indy lucha con un nazi gigantesco a los pies de un avión que gira sin control o su escape por debajo de un jeep en movimiento.
Estos momentos tienen la solidez de lo físico, se nota el riesgo, se cree en el riesgo y el peligro que corren los personajes, no da la sensación de una imagen que discurre por detrás sino que Indy y los demás están metidos allí, aguantando los golpes, sobreviviendo a lo imposible y esto corre también para otras situaciones cómo la del final, que a pesar de su falta de lógica, (Indy y la chica se salvan por una intuición de él, basada apenas en una ilustración de la Biblia), mantienen la misma estética que se arruinaría (cómo de hecho sucedió en la cuarta parte) en caso de utilizar imágenes digitales.
Sí, en realidad ambos tipos de efectos tienen defectos: el antiguo y artesanal puede parecer un poco mecánico y estático y aunque el digital puede convencernos de que todavía viven los dinosaurios o King Kong, cuando se vuelven notorios, cuando resaltan demasiado en la puesta en escena, cuando no están perfectamente sincronizados con los actores, de vuelven notorios, torpes, fríos y pierden efectividad. Tal vez después de todo, lo más importante sea elegir cual es el más adecuado para cada situación, el digital sería bueno para hacer películas con ángeles, fantasmas, naves espaciales, animales que hablan o que no interactúan demasiado físicamente con actores, para todo lo demás, especialmente si hay situaciones de riesgo, si es necesario el contacto físico, la interacción con actores, lo mejor sin duda son los viejos efectos especiales técnicos, visuales, químicos, artesanales.
Cómo ejemplo para terminar les dejo el recuerdo de lo fallida que es Van Helsing cazador de monstruos de Stephen Sommers por su infinidad de situaciones de peligro resueltas digitalmente y lo efectivas que son (más allá de su calidad) todas las películas de la saga de Chucky, el juguete diabólico donde jamás van a ver el uso de algo digital en la imagen.

Buena.

martes, 1 de septiembre de 2009

Vida en Falcon. (Jorge Gaggero). Argentina. 2004

La falta de dinero no es tan grave para el cinéfilo, porque no sólo nos alimentados del cine de estreno, también nos gustan las películas extrañas y que mejor que ver películas extrañas cuando se tiene la excusa que no se pueden ahorrar $20 por semana. Podemos ver películas viejas, documentales, experimentales, etc. en museos, centros culturales y salas alternativas. Aprovechamos todas las promociones de entradas 2 x 1, bonos con precios a días miércoles, que las películas argentinas tienen precios económicos en algunas salas porque de más de una manera ya hemos pagado para que las hagan y obviamente, las funciones gratuitas. También sirve para conocer lugares que no conocería de otras formas, cómo la Embajada Francesa o ir a concierto de Hip-Hop o de rock.
Sigo sin poder ver Batman: el caballero de la noche (Christofer Notan) de la cual recibí muy buenos comentarios y otros estrenos que parecen interesantes, pero “la cosecha de películas nunca se acaba” así que llegué a ver este interesante documental sobre personas que tienen mucha, muchísima menos plata que yo.
Orlando y Luis viven en la calle, en alguna zona del barrio de Nuñez. Orlando es un hombre grande, que alguna vez tuvo familia, trabajo y casa y ahora que todo eso se acabó, se quedó únicamente con su viejo Ford Falcon, frente a una fábrica o terreno baldío, lo habita con algunos gatos y lo tiene todo arreglado para pasar el resto de sus días allí. Luis en cambio es joven, de 34 años pero parece mayor, ha decidido seguir el ejemplo de Orlando y se acaba de comprar otro viejo Ford Falcon para adaptarlo cómo hogar y tener al confiable y experimentado Orlando como vecino. Hay una gran diferencia entre los dos, Luis tiene todavía ganas de progresar y sus ambiciones lo hacen un poco solitario, siempre en movimiento.
Los días en general pasan plácidos, ocupándose de las comidas de humanos, felinos y ocasionalmente aves (es muy simpática la escena en la cual un pequeño lorito se une al grupo de palomas y trata de conseguir comida), visitando viejos amigos y organizando la vida paso a paso para conseguir que el Falcon de Luis arranque y mejore su aspecto, proporcionándoles no sólo un techo, también movilidad y un bien que pueden aprovechar si lo venden o lo cambian. El hecho de estar en la calle hace que constantemente se acerquen muchas personas de las más diversas: chicos que “ocupan” uno de los autos (lo que desata al indignación de Luis que había conseguido mejorarlo mucho, pero terminan casi cómo amigos) o vecinos/as que les proponen ir a vivir a sus casas o trabajar en sus negocios.

Buena.