miércoles, 20 de mayo de 2009

Historias extraordinarias. (Mariano Llinas). Argentina. 2008.

Cine río.

Contar todo lo que sucede en esta película sería agotador, enumerar sus detalles también, no solo por su extensa duración sino porque en esas 4 horas y media nunca dejan de suceder cosas, no es cómo otras películas larguísimas que se toman su tiempo y observan, aquí hay una narración ágil, que todo el tiempo respeta las formas clásicas al mismo tiempo que inventa una nueva o al menos utiliza un camino muy poco recorrido: el literario. Un relato con varios narradores, que cuentan las historias de forma omnisciente, cómo si estuviésemos viendo la puesta cinematográfica de un libro mientras lo leen. Un trabajo sorprendente, casi sin silencios y que sin embargo no cansa ni comete casi nunca el error de contar exactamente lo que se está viendo; a veces cuenta lo que ya ha pasado, a veces lo que va a pasar, a veces lo que está pasando pero desde una óptica distinta y muchas veces lo que está pasando dentro de los personajes, agreguen a esto una estructura dividida en capítulos y la influencia literaria se vuelve innegable.
Recuerdo cuando era chico, mi madre o mi abuela me leían novelas de Julio Verne o Asimov, y mentalmente me imaginaba las escenas. Bueno, el cine es mucho más complicado que una imaginación de primera mano, pero la sensación es similar, las palabras siempre están antes, completando la imagen pero no molestando en absoluto y cómo el buen cine es casi siempre muy elaborado y programado lo que se muestra funcionaría igual de excelente sin las palabras. Estas lo envuelven, lo vuelven más transitable, pero no más digerible, preparan la imagen para que esté más clara en su significado (o le agregan otros) y en su trama, pero no lavan la historia, ni la hacen más simple de comprender ni evitan los lugares oscuros.
Cómo dije antes, la narración en sus dos primeras partes es clásica y además es hichtcockiana, trabaja el suspendo y el misterio con maestría, muchas veces usando los mismos recursos que el Maestro (La ventana indiscreta, The rear window, 1954) e imitando su estilo (una misma escena es presentada poniendo la cámara siempre de formas distintas para mostrar nueva información, se usan planos detalles de objetos que luego se vuelven importantes). Esto se mantiene extraordinariamente bien en la primera parte, donde el director también juega con el western y otros géneros y nos presenta las tres historias y los tres personajes principales X, Z y H (sobre esto volveré más adelante). En la segunda parte, comienza a mostrar que sus caminos son tan impredecibles cómo ese río que recorre H, continúa con su trama de suspenso y misterio pero se permite una digresión con una historia de un triángulo amoroso en “El caso de Lola Gallo” que es conmovedor gracias al recurso de poner de leiv motiv a Roberto Carlos.
Podría decirse que la tercera parte es la “polémica” de la película. Por un lado, Llinas abre un nuevo camino y muestra sus propias cartas, abandona paulatinamente la influencia de Hitchcock y se mete en terrenos pantanosos, además de mostrar el que suelen decir es el principal problema de este director, la egolatría. Recuerdo haber visto no hace mucho “La más bella niña” un cortometraje de este mismo director, en el que se le encargaba simplemente filmar un concurso de belleza, pero él lo transformaba en un ejercicio de género que algunos vieron cómo una obra conmovedora y otros cómo una burla sinsentido a varias personas que aparecían simplemente por sus rostros o su cargo, a mí me pareció un interesante ejercicio de cómo hacer una película de género con un material tan poco noble. A los que menos les gustó hicieron notar una fuerte tendencia de este director hacia la egolatría, que debo reconocer se nota por detalles en esta tercera parte, hay por ejemplo una escena durante una cena en la que la narración se vuelve demasiado obvia y la voz en off sobra o en el hecho de que H, justamente H, nunca hable. ¿Me está tomando el pelo? Pero donde más muestra la hilacha es en el cuento de los Jollys Goodfellows, él mismo se da cuenta de que está contando algo que sobra (lo dice su narrador), absurdo y alargando la película innecesariamente y para colmo está mal filmado con resoluciones muy rústicas.
Después de más de 3 horas, yo, que siempre prefiero el cine clásico y de suspenso, esperaba unas resoluciones que develaran los misterios, en vez de eso me encontré con unas historias que tienen más que ver con el género de aventuras que con el thriller y que fluyen cómo el río que recorre H, parece manso al principio, pero está lleno de recodos, vericuetos, puede tener el cause definido o desbordar para demostrar que no está todo dicho o convertirse en una carretera pavimentada porque en el cine todo es posible.

1º parte: extraordinaria. 2º parte: excelente. 3º parte: muy buena.

viernes, 1 de mayo de 2009

Shara. (Naomi Kawase). Sharasojyu. 2003.

Erosión.
Shun está jugando con su hermano Rei, corriendo por la calle, sorpresivamente, simplemente al dar vuelta una esquina, Rei desaparece.
Años después la familia todavía está tratando de superar esta situación. Shun está terminando el secundario y tiene una buena amiga. La madre Reiko está de nuevo embarazada y su padre, imprentero y calígrafo, organiza el festival más importante de la ciudad.
El dolor cala hondo e impregna todas las situaciones, pero esta es una película muy sutil y pudorosa con los personajes, casi no hay escenas emocionantes y cuando las hay la cámara (siempre en mano, nunca fija) elige alejarse.
La mirada inteligente y personal libera los sentimientos y los transmite cabalmente, sólo pidiendo un poco de paciencia al espectador que se ve compensada por las maravillosas escenas, por el contacto físico con la naturaleza y el reflejo del paso del tiempo.
Esta familia vive en un barrio muy poco céntrico de una pequeña ciudad, la comunidad y las casas están abiertas y hay muchos que se dedican a cultivar sus jardines. La cámara se pierde y se maravilla ante estos lugares con naturaleza y todos los rincones del barrio son mostrados en largos travellings que acompañan a los personajes en sus paseos, caminatas, juegos, corridas y caminos del colegio a casa. Igual que en toda la película los elementos de la naturaleza se ven reflejados con extraña exactitud y tienen que ver con los sentimientos de los personajes. Por ejemplo en la muy sencilla escena que sigue a Shun y su amiga Yu en bicicleta del colegio a sus casas, Shun conduce y Yu está parada sobre la rueda trasera, durante el trayecto se cruzan una moto que va en dirección contraria y el viento levanta por un instante la falda de Yu. No hay aquí atisbo de erotismo, solamente la demostración de que el viento también forma parte de la historia.
Pero la que se lleva los laureles es la lluvia: durante el festival que organiza el padre, un grupo de bailarines danza bajo la lluvia, provocando una sensación de alegría, de gozo, de heridas que se cierran, de olvido de pesares, de la dignidad de la lucha y la posibilidad (cómo dice el padre al final de la escena) de brillar, de hacer algo que sea realmente sorprenderte y les permita superarse. Todo en una única escena de 10 minutos de gente bailando.
Parece cómo si el dolor por la misteriosa desaparición de Rei fuese una montaña y cómo todas las montañas, es erosionada lentamente por el viento, la lluvia, las plantas que crecen, el paso del tiempo, así las nuevas relaciones, el nuevo hermano por nacer, la pintura, el hacer otras cosas fueran erosionando el dolor, que siempre va a estar allí, pero se va a volver soportable. La montaña se va a transformar en una meseta transitable.
En la última escena, después del nacimiento del nuevo hermano, la cámara vuelve hacia la imprenta donde estaban jugando Shun y Rei y abre una puerta y se empieza elevar mostrando las casas del barrio y luego toda la ciudad, todas tienen algún dolor para contar. En el último fotograma cuando terminaron los títulos (por eso yo siempre me quedo hasta que finalizan los títulos) muestra un cerro, con varias zonas sin bosques, seguramente alguna vez fue una montaña, ahora se puede subir a pie con poco esfuerzo.
Casi excelente.