jueves, 2 de julio de 2009

Una noche en Mongkok. (Derek Tung-Sing Yee). Wong gok hak yau. One nite in Mongkok. 2004,

El refugio está en los géneros.

No conozco mucho del cine de Hong Kong, lo poco que he visto es algo de John Woo, Johnny To, Jackie Chan y comentarios de que las películas que se hacen allí son las más violentas del mundo. Igual que con el cine hindú, aunque haya algunos rasgos comunes entre lo muy poco que he visto, no se pueden sacar reglas generales pero si notar cómo esos rasgos se destacan mucho y parecen diferenciarlos de algunas cinematografías cercanas cómo la coreana.
La violencia está en esta película y es mucha pero también hay toques de comedia romántica y de melodrama aunque no es el tipo de melodrama exacerbado que los coreanos suelen utilizar. Se trata de un policial centrado en un asesino profesional pero noble que es perseguido por la policía más bien corrupta, al mismo tiempo que se enamora de una prostituta de buen corazón.
Todo comienza con una pelea aparentemente sin importancia entre dos vendedores callejeros, que pronto se ve agrandada a una guerra entre mafias rivales y una masacre. Para vengarse uno de los jefes contrata a un asesino profesional pero novato, en realidad él se hace pasar por profesional aunque se sabe que viene de un pueblo muy pequeño y pobre, es también un chico bastante inteligente y descubre que lo están traicionando y que la policía le pisa los talones. Mientras escapa de la policía y trata de hacer su trabajo, salva a una prostituta de la golpiza de uno de sus clientes, comenzando un pequeño romance.
Siempre interesante aunque con altibajos, la narración corre veloz y precisa, llevándonos muchas veces a lugares extraños, que no tienen que ver con la historia principal pero están allí para mostrarnos la sordidez y la violencia de ese mundo, más precisamente de esa urbe superpoblada (la zona más densamente poblada del mundo según nos informan al final) en el que no se pude confiar ni en las apariencias ni en la falta de estas, estoy hablando principalmente de la escena en la cual los policías asesinan a un sospechoso por error y cuando están arreglando todo para que no los culpen, descubren que el muerto ocultaba una importante cantidad de droga. ¿Fue casualidad? ¿Fue suerte? ¿Se lo merecía o no? La película no lo explica, es más, juega con la ambigüedad moral y en muchos momentos parece estar contando cosas con más importancia de la que podría o debería, es más, esta elección de temas importantes es solo un juego para llamar la atención y mantener atento al espectador como por ejemplo, el enorme racconto (es cuando una película comienza con una escena y luego retrocede y cuenta durante mucho tiempo todos los acontecimientos que llevan a la escena del principio) que ocupa la mitad de la película y su paso paulatino del blanco y negro al color. Sin embargo, al ser una película de género, de esas que casi desde el principio se intuye todo lo que va a pasar, no importan estos experimentos que al final terminan siendo solo fuegos fatuos, lo que importa es que ateniéndose a las reglas consigue hacer surgir una emoción, una angustia que aunque no se pueda creer o suene contradictorio, calma y da esa sensación por la cual nos (o por lo menos me) gustan tanto los géneros, la tranquilidad de saber que se está en un lugar conocido, donde ya se ha estado muchas veces antes y lo mejor de todo, que el mundo es un lugar de reglas, a veces triste (la escena de tortura), a veces alegre (el romance con la prostituta), pero al final, predecible. Maravillosamente predecible.
Hermoso contraste; después de ver Petróleo Crudo; cambiar lo cerebral por lo romántico, la árida experimentación por los inocentes juegos narrativos y la incertidumbre por la certeza.
Muy buena.

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