4 asesinos tocan a la misma puerta, buscan a un tal Wo, quien demorará en venir, mientras esperan se dan cuenta que 2 de ellos vienen a defender a Wo y los otros 2 a asesinarlo. Wo es un gangster que ha decidido formar una nueva familia (acaba de tener un hijo) y alejarse de la mafia. Menuda sorpresa es cuando después de una escena de acción con coreografías hermosas, pensadas hasta el milímetro, todos los personajes deciden abandonar la pelea y ayudan a Wo a instalar su casa y cenan fraternalmente.
En la mafia hay reglas, ahora que decidieron no cumplir con su misión, saben que todos serán asesinados, pero los une una amistad a prueba de todo.
Cómo una remake de La pandilla salvaje (Sam Peckinpah, 1969), este es un western honkonés donde la violencia y el sacrificio es solo una forma de expresar la camaradería entre estos desclasados, exiliados de la mafia y perseguidos por la policía, que deben luchar contra un enemigo que los supera en número.
Filmada como si fuera un ballet, la muy elaborada plasticidad de los complejos movimientos de cámara junto con la coreografía de las escenas de accción, los objetos y los colores, impresionan tanto, que uno se olvida que la trama es también elaborada, complicada y algo confusa, principalmente al principio, pero vale la pena quedarse y esperar.
Una joya difícil de encontrar.
Muy buena.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario