Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero mientras veía esta película mediocre sobre un ser de extraordinaria mediocridad, no podía dejar de pensar en Perfume: la historia de un asesino de Tom Tykwer, porque ambos son cuentos de hadas, pero mientras Jean-Baptiste Bruonille hacia algo tan extraordinario con su particularidad, que hacía pensar que por una vez “el fin justificaba los medios”, aquí este ser humano de asombroso crecimiento invertido, lo único que quiere es pasar desapercibido. Ni logra justificar su filosofía en el crecimiento interior de sus viajes al final de su vida o al principio, simplemente toda la película es un medido elogio a vidas inmersas en la medianía, hasta la co-protagonista que era solo parte de un cuerpo del baile (es increíble pero en un película del Hollywood clásico esto no hubiera sucedido, ella hubiera sido sí o sí una gran estrella) tiene un accidente que la vuelve todavía más común, del montón.
Debo admitir que a veces, la película cambia de actitud pero esto sucede poco y es en personajes secundarios cómo el Capitán del remolcador o la señora Abbott, cruzando a nado el Canal de la Mancha, básicamente porque intenta decirnos que en realidad tomos somos especiales cómo Benjamín, sin importar la edad o lo que podamos hacer. Pero Benjamín no se destaca, primero porque él mismo no quiere y segundo porque excepto por su crecimiento invertido y su belleza física (en su edad adulta es interpretado por Brad Pitt, que aquí está mucho peor que en otras ocasiones en las que simplemente actuó mal; en cambio los actores jóvenes que lo interpretan cuando está viejo, están muy bien y el cambio es notorio) no tiene nada más que ofrecer, en cierto sentido termina siendo una cáscara vacía.
En muchos momentos el director David Fincher, comete los mismos errores que en otras películas de su autoría cómo El club de la pela (Fight Club) o Pecados Capitales (Seven), no sabe bien con cual tono manejar la película y mete muchas cosas y temas que nunca se integran sino que quedan cómo cambios repentinos y sin sentido. El reloj que anda al revés (el mejor segmento de la película), la escena de acción en la guerra, el romance con la señora Abbott, el relato del accidente, el colibrí (que tiene el mismo significado que la pluma de Forrest Gump (Robert Zemekis) pero sin su claridad ni su simpática demagogia), son todos segmentos que parecen salidos de películas diferentes, y algunas lucen cómo si estuvieran bien resueltos, pero cuando aparecen secuencias similares, no respeta lo que ya estaba haciendo. Cuando los personajes recuerdan, estos recuerdos se muestran, utilizando las técnicas cinematográficas que había en esos momentos, pero esto solo sucede en algunos casos (el viejo al que le cae un rayo recuerda cómo película muda) y en otros se olvida completamente (las secuencias de la primera guerra mundial están a color y no en blanco y negro).
Creo que mejor hubiera sido un cortometraje con la historia del reloj que funciona haciendo retroceder la hora y no estas 2 horas y 45 minutos, que aunque un poco emocionantes por momentos, no consiguen algo gratamente recordable. Igual que su personaje, tiene algo extraordinario, pero resulta ser mediocre.
Regular.
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