Una de las mejores cosas que tienen los festivales de cine es que sirven para descubrir películas muy raras, experimentales, totalmente anti-narrativas y sin embargo, comprensibles, disfrutables y no exentas humor. Cómo dijo el director, antes de comenzar la función, se trata de un estudio sobre el paso del tiempo, y cómo buen estudio, su objeto es tomado de muchas formas, abarcando muchos de sus aspectos, no quedándose en un solo tema y con todos produce algo interesante.
Cómo queda claro en su título la película está divida en dos partes, la primera parte llamada One Way Boggie Woogie fue filmada en 1977, con la mejor película (me refiero al soporte donde queda la imagen) de 16 mm que se podía conseguir en esa época. Se trata de 60 imágenes tomadas con una cámara fija que duran exactamente 1 minuto cada una, de una zona industrial, en las afueras de la ciudad y de su gente, pero no trabajadores, (aunque algunos se cuelan) sino personas que disfrutan o sufren de estas condiciones, el tono es en general de crítica y todo está muy marcado y planeado. De a ratos se cuela un humor surrealista, en situaciones que se repiten dentro de la misma toma o en pequeños accidentes (el hombre que no puede arrancar un auto mientras pasan varias personas caminando, en bicicleta o a caballo) y en los casi nulos diálogos. El final con el carrito de bebé que se pierde en la calle y sobre todo el auto que se detiene de frente a nosotros con el conductor muerto no podría ser más terrible ni más claro respecto del mundo que Benning intenta reflejar. A todo esto hay que agregarle un muy dedicado trabajo para conseguir imágenes de una belleza casi abstracta, no es que no se note que eso que estamos viendo es una casa, un edificio o una montaña de neumáticos, pero todo es tan simétrico y los colores tan saturados (el rojo es siempre el mismo tono fuerte de rojo, el verde siempre es el mismo tono fuerte de verde y así) que uno cómo espectador, podría distraerse simplemente en eso y no en las pocas cosas que pasan.
La segunda parte es básicamente igual, filmada 27 años después, con las mismas tomas exactamente en los mismos lugares, con los mismos actores haciendo lo mismo que la vez anterior (aunque estén mucho más crecidos y la locación haya cambiado por completo) pero son justamente los cambios los que la hacen más interesante, siempre se está esperando ver cómo cambió el escenario, cómo cambiaron las personas y cómo va a hacer el director para expresar lo mismo si muchas cosas son completamente distintas. El humor ahora pasa por lo absurdo de repetir las situaciones y forzarlas con la misma banda de sonido de la película anterior, y tanto las tragedias cómo las luchas de los distintos personajes quedan más en segundo plano (no es que antes estuvieran muy destacadas) pero si algo queda claro es que después de 27 años, la vida de estas personas de clase obrera no se ha modificado demasiado, más lo ha hecho el paisaje, que filmado con una película más sensible, termina siendo con sus colores menos saturados, más realista y menos abstracto.
Muy buena.
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