sábado, 10 de octubre de 2009

Primer contacto. (Bob Connolly & Robin Anderson). First contact. Australia, Canadá, Estados Unidos. 1983.

“Hubo un tiempo en el que todo era bueno. Un tiempo feliz en el que nuestros dioses velaban por nosotros. No había enfermedad entonces, no había pecado entonces, no había dolores de huesos, no había fiebres, no había viruela, no había ardor de pecho, no había enflaquecimiento. Sanos vivíamos. Nuestros cuerpos estaban entonces rectamente erguidos. Pero ese tiempo acabó, desde que ellos llegaron con su odio pestilente y su nuevo dios (…)”. Taki Ongoy. Texto Nº 1. Víctor Heredia y Panchi Quesada.

En los años 30’s todavía quedaban algunos lugares de la superficie de la Tierra sin explorar (no nos vanagloriemos por modernos, hoy todavía falta explorar el 90% del fondo del mar) para los occidentales.
Mick Leahy y sus hermanos no eran exploradores pero eran ambiciosos y cómo se había descubierto oro en las costas de la isla de Papua Nueva Guinea, decidieron ver que había adentro, pasando las montañas, así que se consiguieron 90 porteadores, hachas, rifles, cuchillos y lo más esencial para nosotros, cámaras y película. Eligieron un paso a 3000 metros de altura que les pareció franqueable y se encontraron con unos fértiles valles y 1000000 de personas que jamás habían salido de allí, ni habían visto un hombre blanco.
La película se basa en este conmocionante choque.

50 años después los directores viajan al interior de esos valles y entrevistan a los que habían participado. Mick Leahy ya había muerto pero no sus hermanos y todavía quedaba material filmado de aquellos años. Más que suficiente para hacer una gran película.
Lo primero que resalta es la mutua curiosidad, los blancos y los aborígenes se examinan para ver quienes son realmente, los primeros para saber si es una zona rica en oro y si la comunidad es amigable o no; los segundos para verificar si eran espíritus o humanos cómo ellos. Una de las partes más humorísticas es esta última averiguación, los espíritus no mean, cagan o cojen (muy bien por los traductores que no usaron palabras más finas), así que se intrigan por el uso de los pantalones que parece impedirles hacer esto. El enigma parece no tener fin así que los extranjeros son seguidos y observados todo el tiempo y todo lo que hacen es examinado y recogido, hasta que alguno los ve haciendo sus necesidades y comienzan a darse cuenta de quienes son realmente. Otros de los momentos humorísticos es cuando los aborígenes recogen latas usadas del suelo y las usan muy orgullosamente cómo sombrero. Estos episodios también revelan la profunda diferencia entre las civilizaciones, los indígenas tienen un mundo tan complejo cómo los occidentales, pero con una visión profundamente espiritual (en el sentido animista del término) más que práctica, a ellos les preocupa saber sobre espíritus, antepasados, dioses y después, ya que no son ningunos tontos, las mejoras que les traen en formas de hachas y cuchillos.
Los blancos están preocupados por conseguir oro y producir respeto y miedo demostrando el poder de sus armas de fuego y si a pesar de todo esto los extraños seguen siendo hostiles, se puede matarlos en defensa propia.
Hace algunos días vi el último episodio del programa de televisión Filosofía aquí y ahora (sí, aunque no lo puedan creer, hay un programa de televisión que no muestra culos ni se regodea en modas pasajeras) conducido por Feimann, explicaba sus conclusiones a las que había llegado después de un largo recuento de la historia de la filosofía, y eran que basados en Niestche y Freud, el ser humano tiene cómo rasgo distintivo la búsqueda de poder, el poder cómo dominación de los demás humanos a cualquier costo, apenas dejando un resquicio para la esperanza.
Un rasgo que se hace explícito continuamente en esta película, pues más allá de las distintas culturas, el espíritu del hombre siempre se manifiesta en la obtención de oro, espejos, cuchillos o conchas de mar, todos estos elementos no son más que símbolos del poder que se intenta conseguir, para destacarse de entre los demás, y para conseguirlo se puede recurrir a la opresión, el trabajo a destajo o los favores sexuales. Después de todo tal vez no seamos todos tan distintos, tal vez por eso los aborígenes de Papua Nueva Guinea adoptan rápidamente la vestimenta occidental y cuando ven las filmaciones de hace apenas 50 años, se ríen, casi con crueldad y no poca vergüenza, de sus propias costumbres.

Mi memoria me dice que El cielo arriba y el barro abajo (Le ciel et la boue, Pierre-Dominique Gaisseau, 1961), es un muy interesante documental que transcurre en la misma isla pero tomando cómo eje la aventura y la exploración de nuevos territorios, más que el choque de culturas y para terminar habría que volver a ver la obra maestra Mil años más viejo (A thousand years older, Werner Herzog) que en apenas 10 minutos habla y profundiza tanto cómo esta película de los mismos temas.
Esta es la primera parte de una trilogía que se completaría con Joe Leahy's neighbors de 1988 y Black harvest de 1992.

http://www.flickr.com/photos/der/sets/72157601573390701/show/with/1602213459/

Muy buena.

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