jueves, 6 de agosto de 2009

Búsqueda implacable. (Pierre Morel). Taken. 2008. Francia.

Comando.

Voy a tratar de ser tan breve y rápido cómo esta película: se trata de una trama vista cientos de veces, de acción vertiginosa y ultraviolenta, en la cual un padre, ex comando, debe rescatar a su hija que fue secuestrada por un grupo de trata de personas para prostituirla cuando se va de vacaciones a Paris.
Es realmente un acierto que el padre sea interpretado por Liam Neeson, un actor muy poco dúctil, alto y grande de cuerpo, y que parece poco ágil y con una expresión muy particular en el rostro, que siempre lo hace parecer infelíz, sin importar el personaje o la escena que esté haciendo. Aquí en ese gesto incluye también una gran dosis de furia que le da un aspecto temerario que lo hace perfecto para el personaje. Pero estamos hablando de una película tremendamente simple y lineal en la que cualquier escena es jugada prácticamente de la misma forma, y donde la gran velocidad y sadismo desatado no permite casi apreciar estos detalles.
Existen unas ideas bastante perversas detrás de la historia, el protagonista es el único que tiene la razón pero esta razón incluye las excusas para torturar y matar a cualquiera que se ponga en el camino, incluso personas que él sabe que son inocentes o al menos cuyos “pecados” no tienen que ver directamente con el secuestro de su hija. También es el único que tiene razón cuando piensa una sarta de boludeces sobre los viajes a Europa y le pone a la hija cientos de condiciones, que solamente en una película cómo esta pueden funcionar.
Lo único bueno es que no da tiempo para pensar en nada de lo que anoté más arriba y en otras cosas que se me puedan ocurrir más abajo. Su única intención es entretener y toda esta ideología defenestrable no tiene peso y termina siendo solamente una excusa para la acción.
Hecha por la misma gente que hizo El transportador 1 y 2 (Corey Yuen y Louis Leterrier respectivamente) con guión de Luc Besson, estas eran un intento bien logrado de películas de acción pura y sin pretensiones, en las que el protagonista tenía algunas características de super hombre, que le permitía pelear utilizando coreografía muy elaboradas y fantasiosas y sobre todo una ideología clara, en la que nunca recurría al sadismo. En cambio este personaje, a pesar de que jamás falla un golpe o un tiro, es mucho más humano, tiene familia y tristeza, sabe que es un hombre incompleto, sacrificado y lo único que quiere es recuperar el cariño de su hija que vive con su madre, vuelta a casar con un millonario.
Creo que ya conté suficiente. Esto no es 300 (Zack Zinder) en la que la ideología lo impregnaba todo, es solo una película pobre en la que la ideología es utilizada porque en realidad no supieron cómo hacer para sacársela de encima, lo único que querían es que disfrutáramos de la violencia. ¿Eso es bueno, no?

Aprobó con mínimo indispensable y tal vez hasta un poco menos.

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