viernes, 24 de diciembre de 2010

Encarnación. (Anahí Berneri). Argentina. 2007.

Advertencia: aunque no sea una película de suspenso, aquí se cuenta casi toda la trama de la película.
Ernie fue una reconocida vedette hace más de una década. Ahora trata de sobrevivir sola en su pequeño departamento de la calle Corrientes, que da a grandes cartelones de teatro de revistas en los que ya no aparece su nombre, trata de mantenerse con una cierta dignidad, haciendo bolos, codeándose con gente que está activa en el ambiente que ella tanto conoce pero sabiendo que su cuerpo y su rostro ya no son los de antes.
Mantiene una relación libre con Jorge, un representante o productor, con quien prefiere estar cuando se siente sola. Su experiencia le ha enseñado cómo utilizar el sexo para no quedar socialmente aislada y todavía consigue que los hombres de den vuelta para mirarla cuando la ven pasar, por lo que también es afecta a las relaciones ocasionales.
Sorpresivamente recibe una invitación para la fiesta de 15 años de su sobrina Ana.
Viaja a su pueblo natal, donde no es recibida con los brazos abiertos, al contrario, comienzan a tejerse pequeños pero malediciosos rumores sobre su sexualidad y se siente traicionada por su hermana que ha comenzado a trabajar sin avisarle un terreno que era del padre. Sin embargo está Ana, una jovencita llena de ilusiones, que la admira, la toma de consejera, de confidente. Las escenas jugadas entre las dos, son extraordinarias, principalmente aquellas en la pileta del hotel, donde el contraste entre los cuerpos y las sexualidades son marcadas, al mismo tiempo que sus coincidencias en las ilusiones, en el carácter y hasta en los vestidos y los bikinis dejan entrever en Ana las ganas de ser cómo su tía.
La directora Berneri no es ninguna pacata, ya en su película anterior Un Año Sin Amor, había mostrado frontalmente escenas de sexo homosexual y sadomasoquista con una rigurosidad excepcional para el cine argentino en particular y casi inexistente para todo el todo el cine en general, aquí la cámara recorre el cuerpo de Ernie sin pudores, más de una vez, enseñando cómo el paso de los años le ha agregado arrugas y quitado lozanía, pero ella sabe cómo sacarle provecho, aunque también se da cuenta que pronto la lucha contra el tiempo estará perdida. También, aunque no puede mostrarlo desnudo, aparece el cuerpo de Ana, en bikini, con las carnes muy firmes, los senos pequeños y turgentes y el culo redondo sin flaccidez ni celulitis (un placer un poco perverso para mí, espectador masculino que ya superó el doble de la edad de Ana, pero en el cine no se puede dejar de mirar), y una sexualidad a punto de explotar.
La amistad crece entre ellas y por primera vez podremos ver a Ernie utilizar toda su madurez y encanto para hacer un pequeño sacrificio por otra persona.
Hemos descubierto a la Encarnación original oculta detrás de la Ernie construida para el espectáculo.
Las perfectas actuaciones de Silvia Pérez (Ernie) y Martina Juncadella (Ana) ayudan a que creamos en el surgimiento de esta relación tan especial.
Cuando Ernie regresa a la gran ciudad, algo ha cambiado en ella, creo que se ha dado cuenta que, a veces, para ganar hay que perder un poco.
Muy Buena.

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