Esta película me aburrió y me hizo cabecear y dormir durante un buen tramo de su extenso metraje…
Es muy buena.
Porque a medida que va llegando al final, se va descubriendo que la trama, muy pero muy despacio nos va llevando a un lugar extraño donde todo tiene su explicación y hasta donde su lentitud y sus repeticiones terminan justificándose.
En la primera escena de la película se ve un paisaje, en el fondo una pequeña ciudad industrial, adelante una ruta completamente recta y perfectamente centrada llega hasta el frente de la imagen. Por la ruta, se acerca un auto blanco. Cuando el auto blanco desaparece, un auto rojo se dirige en sentido contrario. Recuerdo en ese momento haber pensado ¿Qué significará esto, porqué esperó el director a último momento para poner un auto rojo en la pantalla? Jamás pensé que mi pregunta tendría una respuesta literal al final.
El detective Murata hace 6 meses que no va a la comisaría, desde que su mujer murió ha estado bebiendo sin parar, pero todavía es respetado y querido, por eso el detective Namekawa le pide ayuda para resolver el caso de una joven que fue descuartizada con una sierra eléctrica. Pero la investigación no es normal, el hermano de la chica asesinada, lisiado en silla de ruedas, se suicida o al menos eso parece. Los investigadores de la policía local, comandados por el señor Saeki, no están para nada interesados en el caso y Murata lo único que hace es beber y no puede distinguir sus alucinaciones de la realidad, y nosotros tampoco; sólo Namekawa parece tratar de encontrar la verdad pero sin demasiado esfuerzo y haciendo todo lo posible para que la investigación vuelva a ser rutinaria.
Cómo dije al principio, este no es un policial de acción, es un policial de climas, dramas y alucinaciones. Todo está filmado simétricamente, con una cámara inmóvil, lejana y fría, que espera que los personajes hablen o se muevan pero sólo hacen esto en contadas ocasiones y muy lentamente.
Dentro de la trama hay varias referencias al director Jean-Pierre Melville y a su obra Un Flic con Alain Delón y por momentos la película parece un alucinado homenaje a su obra. Una mezcla extraña entre un film noir y, exagerando un poco, Inland Empire de David Lynch.
Me encantaría poder contarles cómo se resuelve la trama, con frases tan surrealistas cómo “Ya mataste a todos ¿Ahora que va a hacer el guionista?” pero la diferencia entre realidad y ficción se volvió tan ambigua que no estoy seguro si realmente la trama se resuelve.
Ideal para dormir una pequeña siesta y luego no distinguir si el sueño terminó.
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