Otra película para chicos, futurista y ecologista y aquí también con un mensaje en contra del consumismo.
WALL-E es un pequeño robot compactador de basura (de aspecto similar a Johnny 5 de Cortocircuito (Short Circuit, John Badham, 1986)) que quedó sólo durante siglos en una Tierra abandonada por los humanos debido a la gran contaminación que provocaron. Sus microprocesadores y programas, trabajaron tanto tiempo haciendo las mismas cosas que tarde o temprano comenzaron a captar pequeñas diferencias y a ocuparse de todo lo que le causara curiosidad. Así surgió en él una personalidad y unos sentimientos cercanos a lo humano. Tímido, dulce, noble, vive apenas acompañado por una cucaracha mascota hasta que llega una nave espacial con un robot explorador llamado EVA programado para descubrir señales de vida vegetal.
Con una primera parte maravillosamente muda, recupera mucho del estilo humorístico de Buster Keaton, basado en la soledad, la mala suerte, la sensación incómoda de estar en el lugar equivocado, y un inteligente uso de todos los elementos que aparecen en la pantalla, de hecho la personalidad del robotito es bastante keatoniana y cómo tal, enamoradiza y cómo enamoradiza, sacrificada.
El caso es que este personaje acompañará a su novia a completar su misión en una enorme nave espacial donde los humanos habitan. Después de tantos años, estos se han convertido en unos seres fofos que no hacen absolutamente nada por si mismos, los robots les resultan imprescindibles, incluso para tomar decisiones y viven en un mundo donde todo es artificial y programado, hasta los robots se reparan entre ellos.
En esta segunda parte la película pasa del tono de comedia a un tono de aventura, la sobriedad, incluso en los colores de tonos amarronados y desérticos de la primera parte, pasan a una explosión de ambientes, personajes y texturas frías. Un mundo completamente distinto, al que WALL-E deberá adaptarse.
Hay una exactitud sorprendente, incluso para los niveles de las producciones de Pixar, en todos los gags. Cómo en Toy Story (John Lasseter, 1995) estos vuelven a referirse tanto al humor, cómo a la crítica de la sociedad y la psicología de los personajes (incluso los innumerables robots tienen psicología, aunque en general es muy básica), e igual que en esa película crean un argumento muy sólido para que quede claro que toda esta historia sólo se puede contar con animación por computadora ya que por primera vez, aparecen humanos reales para indicar que la gente ha cambiado tanto que solamente puede ser representada por caricaturas regordetas.
El tema del amor, es uno de los más originales, ya comenté cómo creo que WALL-E adquiere humanidad, pero el amor sólo lo entiende por las canciones de la única película que puede ver: Hello Dolly! de Gene Nelly de 1969, donde el sentimiento está representado por canto, baile y parejas tomadas de la mano. Ingenuo y romántico pero entendible por su situación, el problema (a nivel argumental) es el robot EVA, este tiene una inteligencia artificial bastante desarrollada pero no tiene intención de enamorarse, solamente cuando se da cuenta de los sacrificios que WALL-E hizo para cuidarlo le muestra aprecio. ¿Cómo llega este robot a enamorarse del otro? No me queda claro. ¿Para qué necesitan los humanos fabricar robots que tengan sentimientos y puedan enamorarse? Menos todavía, y sin embargo la “magia del cine” hace que todo parezca perfecto y la veloz narración (después de mucho tiempo una película de Pixar que dura apenas hora y media) ayuda muchísimo.
Para terminar, les recomiendo quedarse hasta el último fotograma de la película, después que pasaron los títulos y los carteles de las distribuidoras/productoras porque, aunque no sea gracioso, es muy significativo el logo que aparece.
Casi excelente.
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