La falta de dinero no es tan grave para el cinéfilo, porque no sólo nos alimentados del cine de estreno, también nos gustan las películas extrañas y que mejor que ver películas extrañas cuando se tiene la excusa que no se pueden ahorrar $20 por semana. Podemos ver películas viejas, documentales, experimentales, etc. en museos, centros culturales y salas alternativas. Aprovechamos todas las promociones de entradas 2 x 1, bonos con precios a días miércoles, que las películas argentinas tienen precios económicos en algunas salas porque de más de una manera ya hemos pagado para que las hagan y obviamente, las funciones gratuitas. También sirve para conocer lugares que no conocería de otras formas, cómo la Embajada Francesa o ir a concierto de Hip-Hop o de rock.
Sigo sin poder ver Batman: el caballero de la noche (Christofer Notan) de la cual recibí muy buenos comentarios y otros estrenos que parecen interesantes, pero “la cosecha de películas nunca se acaba” así que llegué a ver este interesante documental sobre personas que tienen mucha, muchísima menos plata que yo.
Orlando y Luis viven en la calle, en alguna zona del barrio de Nuñez. Orlando es un hombre grande, que alguna vez tuvo familia, trabajo y casa y ahora que todo eso se acabó, se quedó únicamente con su viejo Ford Falcon, frente a una fábrica o terreno baldío, lo habita con algunos gatos y lo tiene todo arreglado para pasar el resto de sus días allí. Luis en cambio es joven, de 34 años pero parece mayor, ha decidido seguir el ejemplo de Orlando y se acaba de comprar otro viejo Ford Falcon para adaptarlo cómo hogar y tener al confiable y experimentado Orlando como vecino. Hay una gran diferencia entre los dos, Luis tiene todavía ganas de progresar y sus ambiciones lo hacen un poco solitario, siempre en movimiento.
Los días en general pasan plácidos, ocupándose de las comidas de humanos, felinos y ocasionalmente aves (es muy simpática la escena en la cual un pequeño lorito se une al grupo de palomas y trata de conseguir comida), visitando viejos amigos y organizando la vida paso a paso para conseguir que el Falcon de Luis arranque y mejore su aspecto, proporcionándoles no sólo un techo, también movilidad y un bien que pueden aprovechar si lo venden o lo cambian. El hecho de estar en la calle hace que constantemente se acerquen muchas personas de las más diversas: chicos que “ocupan” uno de los autos (lo que desata al indignación de Luis que había conseguido mejorarlo mucho, pero terminan casi cómo amigos) o vecinos/as que les proponen ir a vivir a sus casas o trabajar en sus negocios.
Buena.
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