martes, 3 de agosto de 2010

En cartel. (Raya Martín). Now showing. 2008. Filipinas.


Lo que sigue es una adaptación de la nota original que está publidada en este sitio web: http://tallerlaotra.blogspot.com/2010/06/domingo-con-raya-y-sin-futbol.html

Cómo muchos de ustedes ya saben, no me gusta el fútbol, así que justo en el partido de Argentina contra... contra... hummm. Bueno, era un domingo a la tarde así que era mi horario de ir al cine y no el de quedarme en casa aburrido. Así que traté de pasarla bien yendo a ver esta película que entre los comentarios de lo extraño que es el cine de Raya Martin, más algún amigo que me decía que había huido apenas a la media hora de otras dos de sus películas y su extensa duración (casi cinco horas, ideal para aislarse de la locura futbolera), me generó mucha curiosidad.


Primero que nada tengo que aclarar que en ningún momento aparece el título Now Showing; en vez de eso, lo primero que vemos es una animación muy rústica, infantil en la que se lee: "All that I want is just everything that everyone else wants, you know" (Todo lo que quiero es sólo todo lo que los demás quieren. ¿Sabés?) y por lo que a mi concierne, este título es mucho más exacto que el título oficial.


La primera parte de la película está filmada con una cámara VHS, y es la cotidianidad de una chica de 11 años llamada Rita, que vive con su tía Tita en una pequeña casa en los suburbios (de Manila, supongo). Lo que vemos de Rita es cómo juega con sus amigas en la calle, sus fiestas de cumpleaños, cómo espera en el hospital para que le atiendan de un tobillo, haciendo las tareas del colegio de matemática o física, charlando por teléfono, recibiendo a su madre (al padre nunca se lo ve, aparentemente está de viaje) y charlando con ella. La cámara movediza, a pulso, trata de registrarlo todo, casi vorazmente, incluso se da tiempo para que Rita juegue con ella, haciendo títeres con sus dedos o pequeñas animaciones similares a la de los títulos del principio. El registro es el de una película casera y familiar de los años 90. Prácticamente sin trama, casi no hay señales de que lo que estemos viendo sea ficción, apenas algún espejo colocado estratégicamente señala lo contrario. Uno ya supone que lo único va a ver son secuencias sueltas y poco trascendentes de la nenita (lo cual no hubiera sido tan terrible), pero con esta filmación desprolija y sin ritmo, debo admitir que dormité en varios momentos.

Llegó el 1º intervalo y se fue casi todo el mundo, creo que quedamos solamente cinco personas.

Rita y su madre miran en el televisor una película de terror filipina llamada La bruja cortada en dos. Aparentemente no es muy buena, pero Rita se queda dormida y su madre la disfruta. Solamente las vemos a ellas, en un plano parecido pero por suerte mucho más corto al de Wang Bing en Petróleo Crudo, cuando retrata a los trabajadores que miran una película de Jackie Chan que nunca vemos. Pero lo que en Petróleo Crudo era algo hermoso, medido y prolijo, que descubría los problemas laborales y sociales de esa pequeña sociedad aislada, aquí sigue siendo algo rústico, improvisado, sin mayor profundidad, aunque con mucho más cariño. Luego vemos un auto que se aleja de la casa, a Rita le piden que se cambie rápido porque tienen que salir en mitad de la noche. Llegan a una playa (prácticamente la primera salida de la pequeña casa después de más de hora y media) y Rita comienza a llorar.

De repente comienza a verse una película antigua en blanco y negro, parece que de 1939 por un cartel que aparece, sin sonido y con escenas con el orden cambiado o pasado de atrás hacia delante, de arriba a abajo, o con doble exposición, en fin, modificada a propósito. No puedo decir cuánto dura esto pero, realmente parecía interminable y enigmático, tan enigmático que ya no pude volver a dormir durante el resto de la película. Ahora tengo algunas teorías: creo que murió el padre de Rita y que la película es una referencia a la abuela de ella, que fue actriz de cine, pero también debe haber alguna relación (muy leve, tirada de los pelos digamos, más que relación una finísima referencia) con La bruja cortada en dos y el cine filipino en general.

Durante la primera parte, cada vez que alguna persona cantaba, se anulaba el sonido, un efecto hecho a propósito durante la edición (otra muestra de que estábamos ante una ficción), y ahora también esta película vieja no tiene sonido, parece que Raya Martin quitara a sus personaje la posibilidad de pasarla bien, de que esa alegría que proveen el canto o el cine les/nos llegue por completo. Y este es el primer dato con el que por fin me di cuenta que la película no era un documental ni un video hogareño.

Cuando termina la película vieja o intermedio mejor dicho, vemos a una chica joven y delgada (debe tener 16/18 años) caminando por un cementerio de noche. El cementerio estaba compuesto por nichos, pero no ordenados como los de aquí, sino puestos asimétricamente, uno encima de otro, algunos más hacia afuera, otros más hacia adentro, o ligeramente a la derecha, o a la izquierda, o más abajo o arriba que el nicho de al lado, siempre con una placa y un pequeño espacio para colocar flores y velas. La chica se detiene frente a uno, saca de un bolso dos platos, dos vasos y se dispone a comer, luego comienza a caminar en este cementerio laberíntico, estrecho e irregular, y el camarógrafo se pierde detrás de ella, corriendo de un lado a otro en la oscuridad, sin poder encontrarla o salir.
Al principio de la película, una de las vecinas de Rita pierde un perro y lo que comentan es que, si ya ha pasado mucho tiempo, seguramente se lo han comido, por lo que creo que me están mostrando costumbres que no llego a comprender.

Llega el segundo intervalo. Dos señoras mayores dicen que ya es demasiado para ellas, se van deseándonos suerte, quedamos dos. Luego llegará un viejito pero sólo para dormir la siesta.


Yo ya no sabía qué pensar, había quedado completamente confundido e intrigado por la segunda parte y recordaba los consejos de mi amigo de salir corriendo de cualquier película de Raya Martin.


Comienza el tercer bloque.


Dos chicos y dos chicas están tomando gaseosa en el patio de una casa de noche, discuten sobre el tamaño de las tetas de una vecina. Descubrimos que la chica que estaba en el cementerio era Rita, que ahora tiene novio y vive en otra casa con su mamá, pero trabaja en el centro en una galería vendiendo DVDs truchos, es el negocio de tu tía Tita. Su novio la invita a pasar una noche con él en su cumpleaños, ella acepta después de bastante resistencia. El formato de la filmación ha cambiado, ahora es digital y, aunque sigue siendo cámara en mano, la imagen es mucho más estable y nítida. La película se vuelve narrativa y, si bien es una narración cansina, llena de tiempos muertos, en la que nada importante, espectacular o inesperado nos será mostrado, se vuelve muy interesante. Primera gran escena de la película: Rita y su novio están en un restaurante de comida rápida, discutiendo detrás de un vidrio; los escuchamos perfectamente, sin embargo la cámara está del otro lado de calle y apenas se los distingue entre la gente que pasa por la vereda o los coches, los pequeños colectivos o las motos con sidecar que funcionan cómo taxis.

Rita discute con su madre y luego, en medio de la noche, baja a la cocina, abre la heladera y comienza a llorar desconsoladamente.


Segunda escena brillante: Rita y su novio entran al hotel; luego lo único que vemos es el trabajo de uno de los empleados, encargado de ordenar las camas y limpiar. Luego viene el tercer cambio de formato, ahora todo está contado con cámara fija, en formato ancho, en un digital de mejor calidad y nitidez que el anterior. No hacen falta las palabras, mostrar es mejor.


Con este último tramo y a pesar de que todavía me quedaron situaciones sin poder resolver, Raya Martin me demostró que toda la fama que tiene y sus premios son bien merecidos, porque sabe cómo filmar, y que casi todo lo que había visto al principio tenía una razón de ser, solo había que ser paciente (muuuy paciente, digamos) para poder disfrutar a pleno de su talento.

Muy buena.

Aislarse del fútbol fue imposible, dos minutos antes de la proyección se escuchó el grito de gol proveniente de la cabina de proyección, para malestar de las más o menos treinta personas que estábamos allí y, cuando se abrían las puertas en los dos intermedios que hubo, se escuchaban los festejos de la gente de 10 pisos más abajo.